Daniel Gil de Avalle, excelencia artesana para transformar la madera en sonido

Lo primero que reparó fue un piano cuando contaba con 16 años. Desde entonces han pasado ya cerca de 40 dedicándose a la construcción de instrumentos. El granadino Daniel Gil de Avalle está especializado en la construcción de guitarras clásicas, flamencas e históricas. Cuenta con la Carta de Maestro Artesano y el 80 % de su producción es internacional. En 2011 fue finalista de los Premios Nacionales de Artesanía en la categoría de ‘Mejor Producto’.

Juan Garrido, tradición e innovación combinadas para el éxito mundial de sus ajos

Juan Garrido decidió que quería trabajar por su cuenta en 1992. Así que utilizó su experiencia en el sector del ajo y aprendió lo necesario para empezar a comercializarlos. Su empresa familiar se ha convertido en un referente internacional, que vende más del 90 % de su producción en países de los 5 continentes. Entre sus clientes de Ajos Gallardo hay desde empresas farmacéuticas que emplean el producto con fines terapéuticos a selectos públicos que buscan su innovador ajo negro.

Juan Antonio Reyes, referente internacional en el cultivo de productos tropicales

Su familia ha estado siempre ligada al campo. Juan Antonio Reyes Gutiérrez dejó la carrera de medicina para echar una mano en la empresa familiar. En 1993 fundó Reyes Gutiérrez S.L., dedicada a la producción de tropicales como los aguacates y los mangos, con sede en Vélez-Málaga. Exporta estos productos a toda Europa desde la planta central malagueña y su sede en Francia. A través de la filial Avomix llevan a cabo otros productos derivamos como el guacamole. La facturación de la empresa se aproxima a los 40 millones de euros.

Antonio León, innovación y ecología para revolucionar la industria de la pintura

Antonio León, químico de El Viso del Alcor, en Sevilla, había dedicado toda su vida a la industria de la pintura. Con el estallido de la crisis económica comenzó a pensar en cómo idear un producto que fuera ecológico, innovador y que le permitiera abrirse un hueco en el mercado. Empezó por recuperar la cal elaborada tradicionalmente en horno de leña. Y siguió por sumar nanofibras de grafeno. El resultado, pinturas y morteros más resistentes y naturales con los que, tras solo tres años en el mercado, Graphenstone ha conseguido llegar a 60 países de todo el mundo.