Pablo Mora-Figueroa, refrescos artesanos desde El Puerto de Santa María a 30 países

Casalbor, la empresa que dirige Pablo Mora-Figueroa, nació para producir vinos y licores; sin embargo, son sus refrescos artesanos tipo premium de la marca Indi lo que le ha abierto las puertas en 30 países, desde Estados Unidos a Hong Kong. Para su fabricación utilizan alambiques de más de un siglo de existencia. Un lento proceso de destilación en ellos permite sacar el máximo sabor a esencias naturales provenientes del Mediterráneo, Asia y América.

Pilar Torrecillas, moda autodidacta para vestir al mundo

Se licenció en Economía, pero lo suyo es la moda. De formación autodidacta, Pilar Torrecillas trabajó como compradora de colecciones en París en los años 90. En la India montó su primer taller de moda y regresó a España en el año 2000 para crear su propia marca: Pilar Dalbat. Sus diseños han recorrido muchos rincones del mundo, y han desfilado en países como Rusia y República Checa. Después de reinventarse y dar un giro a la filosofía de la marca, se prepara para volver al mercado internacional.

Javier Castro, jamón ibérico premiado con el Óscar de la alimentación

Hace más de una década, Javier Castro y tres emprendedores más vieron en la producción de jamón ibérico de bellota una buena oportunidad de negocio. Fundaron así Belloterra, una empresa del Valle de Los Pedroches (Córdoba) que hoy produce el mejor jamón del mundo. Así lo han considerado los 400 jueces internacionales de los ‘Great Taste Awards’, unos premios considerados como los ‘Óscar’ de la alimentación. Para Castro lo mejor de su trabajo es el equipo humano con el que trabaja. Producen más de 30 productos derivados del cerdo ibérico que llegan a Europa, Asia y América Latina, siempre con la máxima de ofrecer un producto de alta calidad.

Juan Izquierdo, el anís como semilla de una fábrica de bebidas internacional

Juan Izquierdo montó su primera empresa cuando apenas era un veinteañero estudiante de Ingeniería Industrial con 100.000 pesetas que le prestó su entonces novia, ahora ya su mujer. En 1993 compró Destilerías Reguera, una empresa familiar que había cerrado tras más de un siglo de historia vinculada a la producción de anís. Le convenció un trabajador y, a pesar de no haber probado una gota de alcohol entonces (ahora ya tiene que defender su producto), se embarcó en esta aventura que ya ha llevado a Perú, China y, pronto, a Rusia y Ucrania. De las ocho referencias de anís iniciales, Destilerías Reguera ha pasado a producir 65 referencias de bebidas con y sin alcohol.