Rocío García, el diseño como método innovador para solucionar problemas

Licenciada en Arquitectura por la Universidad de Sevilla y con un Máster en Diseño del Producto, a la sevillana Rocío García le gusta definirse como “solucionadora de problemas”. Es fundadora de la empresa de innovación ‘Dinngo.es y de ‘Design Thinking en Español’, la primera plataforma sobre esta metodología orientada a promover la innovación en la comunidad hispanohablante. En 2013 fue elegida por Intel como uno de los 20 jóvenes innovadores más influyentes del mundo. Posee más de diez galardones nacionales e internacionales por su innovación empresarial y el mundo del diseño.

 

Concha Herrera, investigación para regenerar tejidos dañados con células de médula ósea

Concha Herrera es la jefa de la Unidad de Terapia Celular del Hospital Reina Sofía de Córdoba. Lleva tres décadas dedicada a investigar la cura de enfermedades a través de las células de la médula ósea. Los ensayos clínicos que dirige aplican estas células para regenerar tejidos dañados y son la esperanza para pacientes que no tienen otro tratamiento.

Luis Benjumea, pasión y constancia para llevar a la selección española de polo al top mundial

De ascendencia argentina, país donde el polo es el deporte rey, Luis Benjumea ha vivido este deporte desde niño. Como espectador, como jugador y, desde 2009, como director deportivo de la Real Federación Española de Polo. Su trayectoria como director deportivo está marcada por la Eurocopa y el Mundial conseguido por la selección española. Actualmente los nacionales se preparan para su segundo campeonato del mundo, para el que ya han conseguido la clasificación y que se celebrará en Sidney en octubre de 2017.

Antonio Campos, las manos que moldean el futuro de la alfarería

Antonio Campos es el último artesano de la alfarería en Triana, un barrio sevillano de cuyos talleres salían en otros tiempos piezas magistrales para los cuatro puntos cardinales. El suyo, el último, se encuentra, como no podía ser de otro modo, en la calle Alfarería. Aprendió el oficio en su pueblo natal, Las Ramblas, en Córdoba, una localidad también de larga tradición alfarera. Hace 30 años, movido por cierto romanticismo, decidió instalarse en Triana. Y ahí sigue. Según Antonio, sólo hay una razón por la que su taller ha sobrevivido: “la obsesión por hacer un buen trabajo”. Cinco de sus seis hijos siguen sus pasos en el trabajo con el barro. Con ellos, la tradición tiene garantizada su continuidad.